lunes, 9 de febrero de 2009

La Caja Vacía


“El vació es más que la falta de contenido es un hueco en el alma que llora por salir”[1].

Publicistas considerados por ellos mismos de vanguardia, publicistas que buscan la manera más hábil de crear recordación en cada uno de los posibles compradores por cualquier medio; sea la risa, la paradoja o la confusión, comparan sin ningún pudor al ser humano y a su vacuidad con una caja vacía.

La cuestión no es descalificar la calidad o la ética de los publicistas, lo importante seria preguntarse si esos mensajes que hablan de la vacuidad, del vació de la verdad y de la libertad reflejan la realidad de estas cuestiones.

Existe una materia fundamental de la que se puede partir para hacer el análisis de estas cuestiones profundas, esa única fuente de la que se puede partir para analizar cuestiones espirituales profundas es la experiencia propia, pero, cómo comprender la propia experiencia sin estar restringidos o limitados, por la sociedad que nos rodea, por nuestras propias vivencias y creencias, por nuestra manera de ser; algunas personas consideran imposible interpretar y comprender la experiencia individual fuera del marco creado por los condicionamientos de cada uno.

Es decir, según ésta visión, el ser humano está lleno, es una “caja llena” de interpretaciones, traumas, valores aprendidos, egos reafirmados, creencias y vivencias, y no puede ni podrá salir de esa “caja”. Qué queda entonces si se desocupa la “caja”, ¿Queda algo? O la “caja” es su contenido. Si la “caja” es su contenido entonces la actitud compulsiva de llenar la vida de experiencias, de posesiones, de actividades, de reafirmaciones del ego y de traumas, es la única forma de existir, pero si la “caja” no es su contenido, entonces la única manera de conocer la naturaleza de la “caja” en todas sus dimensiones es desocuparla.

Desocupar la “caja” no es deshacerse de lo material simplemente, desocupar la “caja” es algo más profundo, no es sólo olvidar lo que nos conviene; cada uno debe decidir si desea o no ver la profundidad de su vacuidad y cada uno debe descubrir como desocupar su “caja”, si lo desea. Tal vez asusta el ver la “caja” desocupada por que no tiene paredes, ni principio, ni fin, porque no se le puede comprender, ni limitar, ni destruir, porque no se le puede entender.

Lo que no se entiende asusta y deprime necesariamente, pero la actitud de ver lo real de frente sin mascaras o limites puede darle a una persona verdadera libertad, la libertad de “Ser”.

Pero según los experimentados publicistas; “Una caja vacía es una perdida de dinero”[2], ¿Qué piensa usted?



[1] Comercial Radial de Servientrega.
[2] Comercial Radial de Servientrega